Tuesday, September 26, 2006

Imágenes de Humo




Lo único sano de fumar es querer dejar de hacerlo. A pesar de ser esto sólo un deseo que implica muchísimo esfuerzo para concretarse, el hombre intenta una y otra vez abandonar un vicio que hace ya más de un siglo está "haciendo humo" muchas vidas humanas.

De esto y algo más habla la película de sátira social Gracias por Fumar (Thank You for Smoking, 2005), y lo hace a través de la historia de un lobbyista asesor del Consejo de Tabacaleras de Estados Unidos, Nick Naylor (Aaron Eckhart) quien debe cuidar y limpiar la imagen de las industrias fabricantes de aquel mortal "cilindro nicotinoso".

No cabe duda que la película llama a gritos a debatir acerca del tema de la venta de cigarrillos a menores, jóvenes, adultos, todos, porque gran parte de la población es la que se ve perjudicada por este "dulce cáncer", algunos activa y otros pasivamente.

Todo empieza con este "señor cigarrillo" invitado a un talk show gringo donde se debate el daño provocado por la industria del tabaco a la población norteamericana. Nick Naylor se desliga de todas las feroces críticas que le hacen en el programa dándole un apretón de manos a quien fuere su víctima, un niño con cáncer pero que muestra una amplia sonrisa en su boca. Naylor gana; su industria, hecha humo.

La seguidilla de victorias frente a su más acérrimo rival, el senador Finistirre (William H. Macy), lleva al protagonista a postularle al gran jefe del tabaco (Robert Duvall) la siguiente frase esperanzadora: "si somos capacez de ganarle al antitabaquismo, seremos capacez de hacerlo todo". Y esta afirmación no la hace en vano. Las victorias logradas por la industria se deben a la retórica convincente de este tipo, un hombre que “habla” para ganarse la vida.


El sarcasmo del filme se ve plenamente reflejado en el Mod Squad (Merchants of Death), un grupo formado por los representantes de los vicios mas temerosos del país del norte: armas, alcohol y cigarrillos. Cada vez que éstos se reúnen a comer juntos entablan una conversación acerca de los obstáculos que deben franquear en sus respectivas áreas de consumo. En una de las situaciones más graciosas entre este trío letal, Naylor plantea, a través de cifras, que es su industria la que proporciona mayores tasas de mortalidad en el país. Ridículamente se enorgullece de estos números, pero luego tilda la discusión de estúpida.

Por último – y para darle algo de bola a la carrera que estudio – sería bueno rescatar la labor de la periodista (Katie Holmes), que, a pesar de ser un personaje secundario, es de vital relevancia para notar el contraste entre lo que la gente quiere saber y lo que debe saber. La imagen del cigarro proyectada por Nick Naylor es radicalmente opuesta a la que el público debería conocer. Y es esta profesional la que desenmascara la faceta original del “señor cigarrillo”. Que no es la de un empresario despreocupado y frío acerca de la vida de sus clientes, ni tampoco la de un filantrópico “vendedor de pomadas”, sino la de un hombre que hace bien su trabajo, y que si discute, gana.

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