Sunday, February 25, 2007

OSCARsese


La septuagésima novena entrega de los premios más conocidos en el mundo del cine, los premios Oscar, tendrá lugar hoy, en el teatro Kodak de Hollywood, como ya lo ha hecho hace varios años.

Como siempre, será una ceremonia con altos y bajos, aciertos y desaciertos, caras largas y rostros alegres, agradecimientos concisos y otros eternos, videos-collages con recopilaciones de imágenes que nos harán recordar aquellas películas que hemos visto, reconocimientos a la trayectoria (por fin, Morricon), un animador (ra) hablando a mil por hora contando chistes fomísimos para hacer más amena la velada, etc, etc, etc. En fin. No hay mucho de nuevo que tenga esta entrega de los oscar. Salvo una cosa, por lo menos para mí. Que Martin Scorsese no quede nuevamente con las manos vacías y que al fin se lleve el trofeo por mejor dirección.

Los otros premios poco me importan. De la quintilla a mejor película sólo he visto dos, pero aunque las hubiera visto todas dudo que mi postura se movería de Los Infiltrados. Por algo apoyo a Scorsese para ganar en dirección, sino no tendría sentido. Aunque muchos los desmientan, Mejor Película y Mejor Director van muy ligados.
Este post lo hago porque acabo de repetirme Calles Peligrosas de Scorsese (Mean Streets, 1973), que compré el año pasado y que considero su primera gran obra.
Mean Streets reza su título original, que quiere decir calles principales, calles expuestas...calles peligrosas. En pocas palabras, trata de cuatro mafiosos de poca monta que viven al margen de la ley en la Pequeña Italia de Nueva York. "Johnny Boy" Civello (Robert De Niro) y Charlie Cappa (Harvey Keitel) son los dos principales del grupo, y tienen una relación muy peculiar. Charlie cuida de Johnny Boy como si fuera su hermano chico. De Niro tuvo aquí su primera experiencia con el director ítalo-americano, y por lo que se ve, actúa como los dioses. A mí me llegó a sacar risas con sus conversaciones idiotas con su par Charlie. Creo que esta interpretación es más divertida que la del padre de la novia, en Meet the Parents. Bueno, como decía antes, Charlie cuida de él como a un cabro chico, porque en realidad Johnny tiene todo para serlo: irresponsabilidad, libertinaje y desmotivación. Es un vividor, tildado por sus parientes de loco, que necesita del cuidado de otros para mantenerse en pie. Si lo olvidan, se muere. Por el contrario, Charlie organiza su vida: espera administrar un restorán que le cederá su tío y dice no estar enamorado, pero sí lo está, de la prima de Johnny. El problema es que estas dos cosas chocan entre sí. Charlie no quiere contar de su amor por Teresa a nadie, ni siquiera a su amigo, y menos a su tío, quien dice que ella está completamente chiflada.
Con este drama, pero siempre acompañado de diálogos muy entretenidos, que marcaron el estilo Scorsese a partir de esta película, Calles Peligrosas desentraña la cruda vida del ciudadano medio bajo de la Nueva York del sesenta. El humo mezclado con una tenue luz rojiza al interior del bar de uno de los del grupo dan cuenta de la sordidez que vivía estos tipos. Uno de ellos es el mismísmo Scorsese, irreconocible. Espero que este si sea el año Oscarsese. De lo contrario dejará de hacer películas, convirtiéndose en lo que sus personajes más odian: ser perdedores.

Mean Streets Trailer


Y una sorpresa...
Un corto que el italiano hizo para sus estudios...

What's a Nice Girl Like You Doing in a Place Like This (1963)

Monday, February 19, 2007

Herencia de Familia


Roger Ebert, en su prestigiosa sección de crítica de cine del Chicago Sun Times, versión online, dice que The Squid and The Whale (Historias de Familia, 2005, disponible en Bazuca.com y en Blockbuster) en su esencia es sobre "cómo salen a flote - o en el caso contrario, cómo se hunden - los rasgos que nuestros padres nos dejan, a medida que vamos creciendo". No puede ser más acertado lo que dice el columnista. Esta es una cinta claramente de genes, herencia, y carácteres recibidos por los hijos Berkman (uno de 10 y el otro de 16) quienes ven alteradas sus vidas, de manera muy extraña, luego de la separación de sus padres escritores, Bernard y Joan (Jeff Daniels y Laura Linney, respectivamente).
El primero, Frank, comienza a descubrir tempranamente su vida sexual a través de rituales de masturbación extrañamente graciosos, que desembocan en una entrevista entre sus padres y su profesora, quien les alerta sobre el extraño comportamiento de su hijo, pero del que no se ha comprobado su completa culpabilidad en la repartición de espermios por la escuela.



Bernard Berkman: How do you know they were both Frank's?
Ms. Lemon: Well, I suppose it's possible other kids are masturbating and spreading their semen around the school as well... It's possible, but, uh, somewhat unlikely.
Bernard Berkman: Oh, it happens, I'm sure, much more than we know.
Joan Berkman: Bernard, have you ever done anything like this?
Bernard Berkman: I'm not going to answer that.




El otro hijo, Walt, quien también tiene disturbios sexuales, más bien "problemas de potencia", acostumbra a plagiar a su padre no sólo en las citas literarias que le escucha decir, también lo hace en su forma de ser: es una fotocopia espinilluda y sabelotodo de su progenitor, más que hijo parece junior chupamedias. Y, no pudiendo ser más patudo, se adueña de la composición pink floydiana de Hey You, sello melancólico del álbum The Wall.

El quiebre de los cónyuges supone que se creen bandos en esta disfuncional familia. Frank adhiere en casi todos los aspectos a su madre, en cambio Walt, como lo dije antes, es la mugre de una uña de padre. Y así, con esta vida de recién separados, las situaciones se hacen cada vez más complejas e insoportables. Las irritables partidas de ping pong entre padre e hijo, los amantes "escondidos en el closet" de la madre, y la candente figura de una alumna de Bernard presente en su departamento, son algunos de los hechos que hacen de este cambio un desagrado.



Lo imparcial del filme lo hace, por ende, imperfecto, porque no se desliza por alguna solución ni nada por el estilo, sino que prefiere dejarnos mirar por el lado de la tenencia familiar, de los niños, de la "join custody blows". Son ellos quienes al final sufren las consecuencias, y quienes deben enfrentar un miedo que siempre los rodeó desde muy cerca. Walt se atreve y corre hacia el museo donde no se atrevía a mirar al calamar y la ballena luchando. Algo está superado. Pero no lo sabemos del todo. Que sea fue osado. Su padre no lo era. Los genes mutan para dar una personalidad.

Este es un producto independiente por donde se le mire. De partida el guionista es colaborador de Wes Anderson (La Vida Acuática, Los Excéntricos Tenenbaums, Ladrón que roba a ladrón), luego la música es lenta y armoniosa como lo son todos los soundtracks de Anderson. También se nota en la narración. Lenta pero segura podría decirse, aunque todavía pueden haber algunos que se queden dormidos pese a la corta duración que tiene. Y por último, su título original, The Squid and The Whale, un titular para pensarlo dos veces, de esos que a simple vista opacan la calidad de una película, pero que después sobresalen más que otros como Básico y Letal o El Guardián. Si ustedes me pidieran que les diera mi interpretación acerca de éste, no me quedarías más que mudo. No sería nada más que otro desabrido calamar devorado por una exigente ballena. Y eso es lo que algunos visitantes me han hecho creer este último tiempo.

The Squid and The Whale (Trailer)


Tennis Match

Sunday, February 11, 2007

Rocky Babea

Más de alguna vez nos ha pasado (a lo que vemos películas) que al terminar de ver alguna, quedamos con ganas de saber que pasa más allá de la historia mostrada, o sea, con gusto a poco. Y si no es gusto a poco es querer más sabor, del mismo, aunque sean horas y horas acerca del mismo personaje, hasta quedar hartos de verlo. Bueno, para eso existen las tan mal miradas por la crítica secuelas, precuelas, remakes, etc, que aparte de convertirse casi siempre en éxitos de taquilla avasalladores (que a veces superan la recaudación de sus progenitores) tienen como segundo - y rebuscado - objetivo, darle el mismo tónico a una multitud enferma por ver más de lo mismo. Me considero 100% dentro de ese saco, sino no estaría escribiendo sobre Rocky Balboa, la SEXTA entrega cinematográfica acerca del boxeador amateur que se hizo camino entre sus pares para ser dos veces campeón de los pesos pesados, hablo del semental italiano, "The Italian Stallion" Rocky (Marciano) Balboa.

Es cierto que la franquicia de Rocky sabe mejor viéndola cronológicamente, pero en mi caso, sucedió lo contrario. O lo revuelto mejor dicho. Trato de recordarlo, pero creo que la primera que vi fue la 3ra, esa donde sale Mister T y sus numerosos colgantes carreteados desde la serie Los Magníficos (de la que acabo de cachar su nombre original, The A-Team, mish, qué ignorante). La película la encontré increíble, de lo poco que me acuerdo. Y ahí quedo la cosa. Hasta que La Red las transmitió todas y vi desde la segunda. Rocky original fue la última que vi. Pero a pesar del desorden, es la insuperable. Después estaría la 4ta, contra Ivan Drago, y de la 2 ni me acuerdo. Pero de seguro es mejor que la 5ta, con el pasta Tommy Machinegun, que, según leí en un artículo publicado en la última Wikén (por Antonio Martínez) anda "hasta el machinegun" con el sida galopante.
Y después de darles mi enredosa "experiencia rocky" llegamos al último combate estrenado en las salas. IMDB la recibió muy bien, bueno, sus miembros por supuesto. Le dieron en promedio casi 8 puntos de 10 en sus primeras semanas de estreno. Y la cosa no bajaba. Ahora bordea los 7,5 puntos, que no es malo para la sexta intervención de los golpes de Rocky en la pantalla grande.
Y el puntaje igual se justifica. No es por lo original, por supuesto, ni por la banda sonora, ni por las actuaciones, ni por la misma pelea final (que igual, está de lujo). Hay una razón fuera de pantalla, trascendental, un motivo allá afuera, en el propio recuerdo de la fanaticada de Sly y sus puños: melancolía cinéfila. Ocurrió con El Padrino en los 90 (1990 exactamente), con Superman recientemente, y ocurrirá con Rambo y Duro de Matar en un futuro muy cercano. La muchedumbre hambrienta de más y más producciones, comienza a notar que algo le falta, que algún personaje debe volver a sus peripecias de antaño, la gente quiere más de lo mismo.
Rocky Balboa es más de lo mismo, pero eso va al final, en la última media hora, cuando se debate en los puños con el invicto campeón a punto de ser olvidado Mason 'The Line' Dixon, un luchador de color muy mal interpretado por Antonio Tarver. Lo destacable, y bien mirado por algunos críticos, es el recuerdo dentro del recuerdo que hay en las líneas de R.B. Un Stallone que logra derramar alguna que otra lágrima; un Paulie malhumorado dichoso de ver nuevamente a su cuñado en las canchas; un hijo (sobreactuado, pero qué le vamos a hacer) que le dice emocionado a su padre "¡hace años que no te veo pelear!", y una multitud que grita ¡Rocky! ¡Rocky! al compás de cada golpe que entra y sale del semental italiano.
Si Rocky antes sudaba y babeaba como más no podía, ahora son sus ojos los que secretan. Son golpes internos los que siente esta vez.

Para el recuerdo: Encontré este recuento de entrenamientos y peleas de Rocky