Saturday, October 27, 2007

Cine que trasciende


Si la dispersión permite hablar sin tapujos y mantener la mente abierta para cualquier tipo de críticas es cierto que también trae aspectos negativos, como no tener una identidad propia ni menos una convicción en algo que creer. Bueno, esto aplicado al cine dentro la disyuntiva pasatiempo/arte también tiene sus pros y contras. Cuando se ve mucha película olvidable, por su misma condición de comercial se le atribuye la calificación de mala, liviana e intrascendente. Al contrario, al ver una cinta de peso, ya sea de gran contenido intelectual, técnico o ambos, el juicio tiende a elevarla a nivel de insuperable ("la mejor que he visto") como suele pasar con el cine de autor, tan extinto en estos días.


Hace un tiempo conocí al director Eric Rohmer (sus películas, quiero decir) uno de los mentores de la corriente cinematográfica denominada Nueva Ola Francesa (La Nouvelle Vague) surgida a principios de los años sesenta por los cerebros creadores de la prestigiosa revista de cine francesa Cahiers du Cinema. Rohmer, junto con Francois Truffaut, Jean Luc Godard, Claude Chabrol decidieron ir por un cine de peso, donde lo que se muestra prevalece sobre lo que se dice o se ve. Mostrar en el sentido de explicar conjuntamente a través de imágenes y diálogos los problemas de la cotidianidad del ser humano, tales como la existencia, el amor, la vocación, en fin, todo lo que implique relaciones humanas.


Con sus Cuentos Morales primero, luego con la serie de Comedias y Proverbios, y al final con los Cuentos de las Cuatro Estaciones Rohmer intenta descifrar la naturaleza humana en todos sus aspectos. Pero lo más interesante de sus proyectos es que rara vez caricaturiza a sus personajes, siempre sobre la base de que estos pueden cambiar repentinamente su prototipo de vida.


No sé si fue un error entrar al universo rohmeriano en la mitad de su obra, es decir en la serie de Comedias y Proverbios, más específicamente con El Rayo Verde y Paulina en la Playa, pero tengo la seguridad de que su obra anterior no prescinde de la calidad de estas dos cintas, que tienen por absolutas protagonistas a las mujeres y su libertad.


El Rayo Verde (basada en una novela de Julio Verne) nos presenta a Delphine, una mujer parisina que sale de vacaciones y que se ve acomplejada porque su compañera de salida la cambió por otro panorama. Ante la soledad, Delphine no haya lugar alguno donde establecerse, viaja de un lugar a otro siempre insatisfecha y el recuerdo de su antiguo novio ensancha la grieta existencial que la absorbe. Pero, y hacia el final de la película, Delphine hallará un pequeño rayo de alegría mientras espera el tren de vuelta a su hogar.


Por su parte, Paulina en la Playa (filme más convencional que el otro, por su estructura inicio, clímax, descenlace) se centra en las vacaciones que la joven Pauline emprende con su tía Marion, una estupenda treinteañera a punto de divorciarse, quienes se enseñan mutuamente sobre amores y madurez, mientras dos hombres pasan a jugar parte importante de sus vidas (ya sea por un rato o un poco más). Acá Rohmer también indaga en la mente masculina, pero sólo sobrevuela el leve arquetipo del hombre superficial, vivencial e incomprometido. Salvo el inocente Sylvain, quien se siente atraído por Pauline, pero a fin de cuentas no tan inocente.


En ambos filmes las mujeres ganan. Algo, pero ganan. Un final más trivial que el otro, pero con todo sigue siendo un cine repleto de vida, uno que muestra y sugiere para que después de las dos horas nos quedemos pensando en cómo cabemos dentro de esa ficción tan cercana a lo real.



Ambas disponibles en Bazuca.com