Monday, January 02, 2006

The Beauty Killed The Beast


Sin haber visto la original de 1933 (King Kong, de Cooper y Schoedsack) y habiendo visto la de John Gillermin de 1976 ( que deja mucho que desear) me atrevo a decir que el King Kong de Jackson podría convertirse en uno de esos nuevos clásicos del séptimo arte. Me refiero a un nuevo clásico por el hecho de formar parte de un conjunto de películas, pertenecientes al nuevo milenio, que tienen como principal función la de entretener por medio de majestuosos efectos especiales utilizados perfectamente y con lujo de detalle por directores que gozan de una muy buena situación financiera al momento de filmarlas, y que se aseguran éxitos de taquilla a nivel global, pero que además tienen la particularidad de conciliar lo creativo y visualmente atractivo con lo comercial. Y es esto lo que King Kong tiene, y mucho.
A pesar de ser un remake, la de Peter Jackson tiene originalidad. ¿Por qué, se preguntarán ustedes queridos bloggernautas? Por el simple hecho de transmitir un clásico instaurado en la década de los 40, a un público perteneciente a un cine vanguardista, saciado con producciones de alto presupuesto que fácilmente lo llevan al fascinante mundo de la ficción. Y es así como Jackson, con imágenes poderosas y atrayentes, cautiva a este público que quiere despegar un poco los pies de la tierra para aterrizar en mundos de fantasía que lo lleven a la plenitud al menos por 2 o ¡3 horas! de metraje.
El guatón Peter tuvo muy en cuenta todo lo que significaba costear un remake con “míseros” doscientos mil dólares (una pizca de lo que recaudó con su trilogía anular) por lo que enfatizó su presupuesto en la producción de efectos especiales que, a mi opinión, son tan buenos como los de El Señor de los Anillos, puesto que construyen a un Rey Kong bestial y sobrenatural, digno de denominarse “La Octava Maravilla del Mundo”.


En todo caso los elogios que le doy a este filme no son nada si no destaco a la Ann Darrow de turno, la espectacular Naomi Watts, la blonda más estupenda del Hollywood actual. La que nos amargó con 21 Gramos, nos estremeció con El Aro y nos .... con Mulholland Drive (El Camino de los Sueños, en su traducción al español). Watts desempeña muy bien a la pobre e inocente Ann Darrow, en cada mirada, en cada espanto, y en cada uno de los sentimientos que demuestra hacia King Kong.
Pero vamos a analizar la historia.
Un director de cine consumido por la ambición decide zarpar a bordo de un barco ilegal en busca de una isla perdida, con el fin de filmar una película que contenga parajes insólitos e inhóspitos, nunca antes explorados. A su lado le siguen una muchacha muy sencilla (Naomi Watts) que según él es “la indicada” para el rol de su futuro filme, y un guionista teatral que se ve obligado a ayudarle. Aparte está la tropa de marineros, traficantes ilegales de animales, y el equipo que rodará la cinta. Bueno, al llegar a la Isla Calavera se encuentran con una tribu salvaje que apresa a la actriz, y de pasada deja varios muertos en su camino. Esta tribu realiza un extraño ritual para invocar a su rey, un rey atípico, más bien un animal, una bestia monumental, que al fin y al cabo es el protagonista de la película. Y así es como Kong se lleva a su víctima, sin saber que él luego caerá víctima de su amor; un amor como el de un niño hacia su mascota (¡pero que mascota mas linda!), algo así como “my precious”.


El conflicto viene en el momento en que Carl Denham (el director de cine) decide atrapar a toda costa a esta criatura. Y lo logra, con muchas muertes de por medio, cumpliendo otra de sus ambiciones para saciar su propio ego: llevar al rey Kong a la ciudad de New York. Es en este momento donde Denham firma su propio fracaso: la criatura lógicamente se escapa de su encierro y comienza el caos en la urbe, y el gorila gigante del cual ya comenzábamos a amigarnos, desata su espantosa furia en busca de su “fianceé”. El final lo sabemos todos (y el que no lo sabe por favor dedúzcalo) lo que no le quita fuerza a la historia, porque, mal que mal, la historia de King Kong es un clásico del cine, para amantes y aficionados; es una historia de amor, no del típico amor, sino de ese que nace de la fantasía, el de los niños Darling hacia Peter Pan, el de La Bella hacia La Bestia, y el de Peter Jackson por un simio que traspasa generaciones y generaciones consagrándose como una maravilla del séptimo arte.